Que su apariencia discreta y decorosa no engañen: las lazadas de comunión niñas son mucho más que un adorno en la indumentaria típica de esta celebración católica. Disponible en múltiples tejidos, colores y acabados, este complemento simboliza tradicionalmente la pureza de ánimo con que debe recibirse el sacramento de la Eucaristía.
Como el resto de accesorios, los lazos de Primera Comunión deben escogerse atendiendo al traje o vestido del comulgante. Las telas y colores han de presentar una cierta correspondencia. Aunque puedan parecer complementarios, la seda, el tul, la sarga o el satén no siempre armonizan entre sí. Para despejar dudas, pueden estudiarlos en conjunto y comprobar si casan.
El color reviste una gran importancia en la etiqueta de los comulgantes. La carga simbólica de los tonos blancos, azules y dorados no sólo potencia el valor estético de su vestimenta, sino que agrega significados vinculados con este acto sacramental y con la doctrina cristiana.
Los presupuestos más holgados acertarán al encargar lazos a medida, de forma que su diseño se adapte al cien por cien a la estética de la indumentaria. Con ello, se gana en exclusividad y se evitan inconvenientes como las apreturas o las discordancias entre complementos. Si no existen dos niñas iguales, ¿por qué debería elegirse un lazo de diseño genérico en vez de apostar por uno exclusivo?
La comodidad es otro criterio fundamental a la hora de adquirir lazos de Primera Comunión. Si bien este accesorio es ajustable y no debería generar molestias, es evidente que ciertos lazos tendrán un diseño más compatible y grato para su portadora.
Por último, la calidad del lazo en cuestión es otro aspecto digno de estudio. Cuanto mejor sea su factura, mayor será su durabilidad, lo que evitará roturas inesperadas y permitirá reutilizar el complemento en ocasiones futuras.